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El silencio no es sagrado. Crítica al manejo institucional de la pederastia en Colombia

Durante hace mucho tiempo he acompañado a víctimas de violencia sexual cometida en entornos religiosos. Lo he hecho desde el compromiso legal, pero sobre todo desde el deber ético de no guardar silencio ante el dolor, aunque el agresor porte sotana y se escude en estructuras de poder histórico.


Hoy, desde este espacio jurídico que hemos construido en la firma GALVIS GIRALDO Legal Group, me permito hacer una reflexión crítica, respetuosa pero necesaria, frente al papel que algunas instituciones eclesiásticas han tenido —y siguen teniendo— en el tratamiento de los casos de pederastia en Colombia.


Este no es un ataque a la fe católica. Al contrario, es un llamado a diferenciar la espiritualidad de las estructuras humanas que la administran. La Iglesia, como cualquier institución, tiene la obligación de rendir cuentas, sobre todo cuando su silencio o su encubrimiento agrava la vulneración de los derechos humanos más básicos. NO SE TRATA DE FE, SINO DE JUSTICIA.


Casos como los documentados en la investigación de Casa Macondo titulada EL ARCHIVO SECRETO, liderada por los valientes periodistas Miguel Estupiñán y Juan Pablo Barrientos muestran cómo las denuncias no fueron solo ignoradas, sino a veces enterradas en archivos canónicos protegidos del escrutinio civil. ¿Cómo hablar de reparación si ni siquiera se ha permitido que las víctimas sean escuchadas en condiciones de igualdad?

Recientemente fuimos testigos de actos públicos de perdón. Pero muchas de las víctimas sienten que estos gestos, aunque importantes, llegan tarde, diluidos y sin consecuencias jurídicas claras. ¿Qué pasa con la reparación integral? ¿Con los procesos civiles? ¿Con la responsabilidad institucional?


“El perdón sin justicia puede ser otra forma de revictimización”.


Desde el derecho, tenemos la tarea de acompañar a las víctimas, denunciar la negligencia, exigir la verdad y resistir a la tentación del olvido. La lucha jurídica contra la pederastia eclesial es también una forma de defender la dignidad humana y reconstruir la confianza social en las instituciones.


Este blog no busca desacreditar la fe. Busca defender la justicia. Y recordar que el silencio institucional no es sagrado, es cómplice.


Las víctimas merecen algo más que actos simbólicos: merecen verdad, reparación y garantías de no repetición. Y para lograrlo, ¡no basta con rezar. Debemos que actuar!


Por: Paola Giraldo – Abogada y defensora de víctimas de violencia sexual institucional

 
 
 

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